Otro ejemplo de desidia de la administración
El cuartel de Pontoneros forma parte de la famosa “operación cuarteles” mediante la cual los inmuebles y terrenos que
se encontraban en el centro de la ciudad pasaron a ser propiedad del
Ayuntamiento de Zaragoza, estamos hablando de la década de los años 80 del
pasado siglo. Muchos se trasformaron en edificios públicos como la Biblioteca
de Aragón y la Junta de Distrito Centro y sus jardines anexos, otros se
vendieron y se convirtieron en viviendas y oficinas como el Cuartel del Carmen
en la plaza que lleva su nombre, otros albergan oficinas municipales como el de
la calle Bilbao, antiguo Gobierno Militar, el Centro de Historias era el cuartel de
Intendencia, etc . Pues bien quedó uno en el centro mismo , en la calle Madre
Rafols, que pertenecía a Pontoneros y surgió de él un conjunto de viviendas y
se rehabilito una parte del antiguo edificio para convertirlo en dependencias municipales
de Cultura. Quedaba un bloque, que eran las viviendas militares de los altos
mandos de Ingenieros, que por su belleza se catalogó y quedo esperando un uso
que nunca llegó. Así pasaron los años y poco a poco empezó a deteriorarse por
falta de uso y cuidado. No se pusieron medidas de protección y es por eso que
fue ocupado y poco a poco se fueron llevando elementos, como la barandilla de
la escalera principal, y hace escasamente un año ante el peligro de ruina que
presentaba se empezó a consolidar el tejado y limpiar la fachada. El resultado
exterior es espectacular ya que luce en todo lo que este edificio fue.
Lamentablemente el interior esta mas descuidado, pero todavía se puede observar las
posibilidades que ofrece. La arquitecta municipal que está interviniendo de forma muy eficaz, además
de arreglar todo el tejado y fachada, ha consolidado todo su interior esperando
que vengan tiempos mejores y se rehabilite íntegramente devolviéndole en su
interior todo el esplendor que tuvo. El estado de abandono que ha sufrido este
edificio es responsabilidad directa de todos los Ayuntamientos que ha habido
desde los años ochenta. No caben disculpas. Nuestro patrimonio se merece más.
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