Después de solventar problemas técnicos con mi blog sigo en
las andadas de siempre aunque con lagunas dado que el verano lo tenemos
encima. En mi reciente visita a Budapest
hubo una cosa que me llamó especialmente la atención y es lo bien que funciona
la movilidad urbana y, sobre todo, el respeto a las normas de circulación. Es
impresionante ver como esperan a que se ponga el semáforo verde para pasar a
pesar de no haber coches circulando. La bicicleta ocupa un puesto importante en
la ciudad y sorprende ver carteles, como el de la foto, en el que las calles de
dirección prohibida se permite la circulación de bicis. Budapest implanto el
metro después de la ciudad de Londres a finales del siglo XVIII y a pesar de ir
poniendo nuevas líneas el tranvía es protagonista en las principales calles de
la ciudad y sus vehículos históricos son renovados con nuevas unidades. Todo esto viene a cuento de lo que está
pasando en Zaragoza y es que estamos diciendo no al tranvía cuando es uno de
los mejores medios de movilidad en una ciudad como la nuestra; queremos poner
restricciones a la bicicleta siendo el medio mas barato y ecológico que
tenemos. No ponemos “orden” al continuo paso por cualquier sitio sin hacer caso
de las señales de tráfico con el consiguiente riesgo de sufrir un accidente,
que los hay, y la inseguridad que conlleva. La palabra “KIVEVE” significa “excepto”.
Una forma de conservar nuestro patrimonio cultural es conocerlo. A continuacion os pongo una reseña de un edificio que forma parte del Mudejar de Aragón, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Iglesia de San Gil de Zaragoza Los materiales de los que esta constituido el templo son los tradicionales en la arquitectura mudéjar de Aragón: ladrillo, yeso y cerámica vidriada para el exterior. La disposición de los ladrillos es a soga asentados sobre yeso. Es de nave única con testero recto y capillas laterales entre torres contrafuerte, que son como pilares estructurales, y esta dotada con tribuna o paseador por encima de las naves laterales abierta al exterior, los pilares contrafuerte se abren paso para poder circular. Esta estructura arquitectónica queda oculta, y es propia del mudéjar., todas las cargas se distribuyen entre los diferentes torres contrafuerte. En la trasformación del XVIII se invirtió la orientación general del templo dando como resultado dos ábsides poligo
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