La conservación de nuestro rico patrimonio cultural en nuestra ciudad de Zaragoza y en nuestra comunidad en general, tiene visos de cierto riesgo por la poca sensibilidad que tenemos hacia nuestros bienes. Es sabido que la conservación no depende solamente de su cuidado físico sino también del grado de sensibilidad hacia esos bienes por parte de la ciudadanía y esta va unida al grado de conocimiento que tenemos de los mismos. Muchas veces desechamos cosas porque realmente desconocemos su valor y otras veces ese patrimonio desparece por desaprensivos que se aprovechan de esta ignorancia.
El Casco Histórico de Zaragoza sabe mucho de estas cosas. A pesar del gran descalabro arquitectónico en la Guerra de la Independencia, en Zaragoza quedaron cantidad de edificios y obras de arte que aún podemos disfrutar, sin embargo en las últimas décadas la piqueta ha ido haciendo su labor y muchos edificios han ido cayendo en nombre del desarrollo urbanístico o simplemente en nombre de la modernidad.
En el 2010 la Diputación Provincial de Zaragoza con el beneplácito de Patrimonio de la DGA (todo se queda en casa) tiró a la escombrera una calzada romana y parte del arrabal musulmán para poder hacer un edificio con aparcamientos en la plaza de España. Naturalmente el informe de Patrimonio decía que no tenia valor(¿). La noticia paso casi desapercibida en nuestra ciudad: el patrimonio se destruye porque la ciudadanía desconoce el valor de ese bien (en realidad son piedras viejas....), no puede haber contestación social. En esta misma década los cines Goya han caído con el descaro absoluto de los promotores que han derribado más de lo que tenían permitido, el Teatro Fleta es otro ejemplo de desidia mal hacer de los políticos. Se ensanchan calles como la del Caballo y sin darnos cuenta la fisonomía de la ciudad va borrando la huellas del pasado. En décadas anteriores ha estado salpicado de de hechos similares: en la plaza del Pilar en los años 80 se destruyeron restos arqueológicos romanos pertenecientes a un antiguo templo, se ensancharon calles enteras destruyendo decenas de edificios del XVI al XIX (calle armas ..), en la plaza de la Magdalena apareció el inicio del decumano y siguió la misma suerte: la escombrera.
En honor a la verdad hay que decir que ha habido muchos pasos positivos pero hay muchas actuaciones que deberían estar ya desterradas en nuestro hacer cotidiano si queremos ser una Ciudad Europea de la Cultura. Aún quedan muchos edificios en Zaragoza que son testimonio de un pasado arquitectónico que resultan ser ahora autenticas piezas de museo. Me refiero a los edificios hechos en siglos pasados y que sus elementos constructivos son el ladrillo y la madera. Todos estos edificios deberían estar catalogados BIC o de Interés Arquitectónico ya que lo habitual es derribar el interior y dejar sólo la fachada, con esta catalogación se preservaría su estructura interior: forjados de madera y escalera. No sé si nuestros políticos están a la altura que deberían para poder plasmar en las normas estas inquietudes que se traducen en conservar nuestro patrimonio de arquitectura popular. Sé que muchos dirán que este tipo de arquitectura no tiene suficiente valor, otros que resulta imposible rehabilitar estos edificios para la vida moderna, otros que es muy caro...., el caso es que siempre se buscan escusas para derribar y siempre, siempre hay intereses económicos detrás; rara es la vez que hay desconocimiento. Hay experiencias en las que se demuestra que lo que digo es posible y no necesariamente mucho más caro. Además el resultado final es más atractivo conservando que destruyendo.
En las fotografías se aprecian ejemplos de edificios conservados en su interior y otros demolidos conservando la fachada. Además de prohibir la demolición interior de estos edificios debería haber una campaña de sensibilización hacia nuestro patrimonio de arquitectura popular, desde mesas redondas en TVA, visitas guiadas, campañas escolares hasta propaganda directa en medios de comunicación.
Comentarios
El problema es que manda más la rentabilidad que la sensibilidad. ¡Lo de siempre!
Si nos cae la lotería restauraremos todo lo que se nos ponga por delante. (ja, ja, ja)